Todavía puedo sentir el aire frío en los pulmones y el sol en el rostro. Eran cerca de las 13 horas cuando abandoné el hospital. El corazón encogido a la espera de llegar a casa y poder abrazarlos. Hace 366 días que la vida me dio una segunda oportunidad. Y es que todo el mundo no la tiene, por lo que sinceramente me siento una auténtica privilegiada.
Al despertar no pude hablar, ni tan siquiera respirar. Hay que ver como lo básico a veces se nos escapa de las manos y pende de un hilo. Siendo consciente valoro todavía aún más todo lo que me rodea, porque insisto: soy una autentica privilegiada por todas las personas que me rodean, por los familiares y doctores que acudieron en mi auxilio. Por esa suegra que cruzó la península en apenas tres horas y por todo el apoyo que recibí durante esos días. Y en especial a mi compañero de vida que lo vivió en primera persona y al cuidado de dos recién nacidos.
Soy afortunada por los que me rodean. No son multitud, pero sí que puedo asegurar que son de los buenos. Doce meses después puedo decir, que pese a sus golpes, de este año 2020, he vivido un tiempo mágico, en el que he crecido, amado y disfrutado como nunca.
Así que no me queda más que agradecer por esas mañanas de carcajada limpia y pura sonrisa, por ese calor en el pecho que aplaca el agotamiento, por esa tenue luz de luna que ha alumbrado las noches a la par que ha acompañado y guiado al corazón.
La vida me ha dado una segunda oportunidad y no estamos como para dejarla escapar. Hemos madurado, crecido y amado a partes iguales. Porque señores el viaje no tiene paradas y yo llegué a poner un pie en el andén. Así que hoy brindo por las estaciones que nos esperan y los largos kilómetros de vía que me quedan por recorrer.
No quiero terminar sin agradecer a la familia y los amigos que estuvieron con su apoyo y oración velando para que saliera adelante. Y por supuesto al equipo médico del Hospital Viamed Santa Ángela de la Cruz de Sevilla, en especial al doctor del Toro de la Unidad de Cuidados Intensivos, a Gema Gil, al doctor Cadenas y al equipo de internistas a todo el personal de UCI, a las enfermeras, a las auxiliares que paseaban a los peques por el pasillo para que mi marido pudiese visitarme en la UCI y para aquellos celadores con los que pasé tantas semanas juntos. Gracias por devolverme el aire para respirar y poder disfrutar de mi maternidad. GRACIAS, GRACIAS Y MIL GRACIAS